sábado, 22 de marzo de 2008

lunes, 10 de marzo de 2008

"reflejo añejo del tiempo" para Mr. K


LA ESTÉTICA ACTUAL PUEDE SER EL CAOS.

Luis Felipe Noé, uno de los creadores de la Nueva Figuración (corriente pictórica que se desarrolló en la Argentina del 60’), expresa en un texto de antiestética que: "encuentra inspiración artística en la noción de caos, que funciona como una enigmática estructura profunda localizada, a veces, en el revés del cuadro, con el gusto permanente por la parodia y el grotesco...". Él dice que: "No habría creación sin caos: sin desorden no surge un orden nuevo..."

Tanto el arte actual como el de siempre, camina al borde de la cornisa, por momentos abre y cierra espacios cambiantes, contradictorios, entre lo conocido y lo infinito. Esto es por que el arte no vive fuera del mundo, está en él, el artista escribe, pinta o hace música en él, y haga lo que quiera con lo que ve o siente del mundo, no tiene mas tema que su realidad. Y es la realidad, la historia, la cultura en particular la que delimita y marca la manera de representación, de significación del artista en su obra. Por esto los principales movimientos en el arte y en la historia no van surgiendo por una simple y continua evolución, sino por acontecimientos en lo social, en lo político, en lo económico, en lo religioso y en lo cultural, por hechos que se van encadenando unos con otros, por alteraciones en esa continuidad, alteraciones que influyen de manera dialéctica en cada ámbito. Como consecuencias de los cambios y de las conmociones más importantes han surgido movimientos y sistemas de representación y significación de lo más arraigados así como también los movimientos más revolucionarios de las distintas épocas.

El Renacimiento, en el siglo XV, por una nueva concepción naturalista y científica, consecuencia del desarrollo del sistema capitalista iniciado en la Edad Media, da comienzo a un racionalismo tanto en lo espiritual como en lo material. Este racionalismo opera en el arte con la creación de un espacio ilusionista, a través del descubrimiento de la perspectiva central, de los principios de la unidad coherente del espacio y de las proporciones, de la representación de un único motivo principal en la que su composición es abarcable de una sola mirada.

Con la crisis abierta en el siglo XVI comienza la destrucción de la representación unitaria y coherente del escenario espacial, de la lógica renacentista; las relaciones espaciales y proporciones comienzan a transformarse, a tensionarse en un espacio revuelto, desigual e irracional. Principalmente se trata de una lógica antirrenacentista y anticlásica, que provoca en el espectador una desorientación en cuanto a las relaciones entre el hombre y el mundo visible, ya que dicha relación es la que realmente se encuentra en crisis. El efecto es de un movimiento de figuras reales en tensión inmersas en un espacio incoherente, en el que es acentuado el punto de vista personal del artista, superando el objetivismo suprapersonal del Renacimiento y suprimiéndolo por el subjetivismo sugestivo del Manierismo. Esta crisis invade todo los ámbitos de la vida cultural, ataca tanto lo religioso con la reforma, el concilio de Trento, la inquisición y la Contrareforma; como lo político con la invasión de españoles y franceses con Carlos V en las primeras décadas del 1500, el Sacco de Roma, cuya consecuencia fue la destrucción de las bases de la cultura renacentista. Mientras que en lo económico el capitalismo moderno reemplaza a la fase inicial de este, con lo que surge la doctrina mercantilista, el capital financiero, la libre competencia, la burocracia unitaria y el absolutismo. Comienzan así las primeras crisis financieras a mediados de siglo, con la superpoblación de las ciudades, la subida de precios, la gran inquietud social, que une la revolución social con la religiosa. Crisis que lleva a la deformación y desintegración de la imagen renacentista del mundo junto con la ruptura del espacio estático y delimitado del Renacimiento.

Una revolución similar tanto en lo cultural como en el arte es vivida con Duchamp en el siglo XX, en un mundo dominado por la ciencia y la tecnología su obra constituye una de las reflexiones más profundas del arte y de la sociedad de este siglo. Se encargó de vaciar ese misticismo que envuelve a la creación, a despojar al artista de esa aureola de genio heredada del Romanticismo. A través de la descontextualización del objeto y al dotarlo de un nombre, consiguió suplantar el objeto de arte por el discurso sobre arte, convirtiendo la crisis del arte por el arte como crisis, con el autocuestionamiento de los medios y de los fines, del hombre y la sociedad, del mundo y la historia. Un mundo, una historia, un hombre que en este siglo tiene que ver con 50 millones de muertes entre las dos guerras mundiales, las guerras de Corea, de Vietnam, el casi inicio de la guerra nuclear con la ubicación de los misiles rusos en Cuba, luego de la primera revolución comunista en América Latina, el inicio de la guerra fría y su continuación a través de más de cuatro décadas, entre las dos principales potencias y su carrera armamentista que terminó por devastar las economías del mundo entero. La primavera de Fraga, el mayo francés, la muerte del Ché, la conquista al espacio se conjuga en la mayoría de los países del tercer mundo con luchas civiles, guerrillas, revoluciones, golpes militares, expansión del narcotráfico, etc., etc.

Durante la primera mitad de siglo el arte oscila entre dos corrientes artísticas: la figuración y la abstracción. De a poco se abre camino a una nueva corriente llamada la Nueva Figuración que tiene una amplia difusión en Europa y América Latina. Los precursores de este nuevo movimiento fueron: Fautrier y Dubuffet en Francia, el grupo "Cobra" en Holanda, Bélgica y Dinamarca, W. de Kooning en Estados Unidos y Francis Bacon en Inglaterra. El artista refleja en sus obras la realidad tal como es, por más cruda, por más violenta que ésta sea, otorga vida a las figuras estáticas, al sacarlas de sus propios límites con fuertes distorsiones y con la indeterminación del espacio. Bacon es una de las voces más potente y singular del arte de la segunda mitad de siglo. Toma forma en imágenes de una verdad cruel, de una violencia desesperada, física y moral al mismo tiempo. Está cara a cara con el hombre, con sus desgracias y angustias, ilumina ese rostro con una luz despiadada, mirando antes por dentro que por fuera. Con una intensidad dramática desconocida antes, estrictas armazones geométricas dibujadas, encierran figuras situadas en atmósferas irreales y descoloridas. La falta de coordinación espacial entre el personaje y en lo que se sienta es una constante de muchos retratos del pintor y revela hasta qué punto obedecen a sistemas pictóricos diferentes, en cuya contradicción radica el efecto provocado en el espectador. Bacon comenzó a utilizar fotografías de rayos X en su obra, se centra en retratos y representaciones de la figura humana, también cobran notable importancia los estudios fotográficos de figuras y animales en movimiento. Para él la pintura no es un arte ilusionista sino una tentativa siempre renovadora para hacer coincidir la cosa con la visión que se tiene de ella, de modo que haya creación y comunicación.

Los sesenta, en nuestra plástica, son los de la Otra Figuración de Luis Felipe Noé, Jorge de la Vega, Ernesto Deira y Rómulo Macció. En esta Nueva Figuración es característica la pérdida de la unidad de visión, la fragmentación y la desconstrucción. Ciertos recursos geométricos entran en potente oposición a la vigorosa gestualidad. Se trata de una ruptura estructural que luego Noé llamará "visión quebrada", con la que impusieron una subversión en lo que aún pudiera quedar de los códigos pertenecientes a la institución pintura. La generación del 60, en nuestro país, comienza hacia fines de los años cincuenta y termina en algún lugar de la dictadura de Onganía. La caída de Perón, los ecos del XX Congreso del Partido Comunista, donde por primera vez se impugnó la dictadura de Stalin, la ascensión de Frondizi al poder, y por fin la irradiación continental de la Revolución Cubana, son, en nuestro país, los detonantes. Abelardo Castillo afirma que suele leerse a los sesenta como una fiesta dorada, con happenings, amor libre, anfetaminas, Beatles, marihuana; pero si se recuerda que también fueron los años de las proscripciones políticas y de las represiones culturales más brutales, podría leérselos como un velado anticipo del tiempo criminal que les siguió. Ël dice: "parecía muy natural (y lo era) tener veinticinco años mientras estaban vivos Sartre, Picasso, Berni, Borges, Bacon, Hesse, Bergman, Camus, Eliot, , Martínez Estrada, Hemingway, Marilyn Monroe, Fellini, Moore, Carpentier, Warhol, Chaplin, John Lennon. Pero estos nombres son sólo ecos melancólicos en un panteón vacío si no se los convoca sobre un fondo histórico de bombas napa en Vietnam, y estudiantes en las calles y airados curas tercermundistas. Casi desde su origen esa generación se acostumbró a pensar: "Mañana puede ser el último día, hagámoslo ahora". Y hacerlo ahora significaba tanto improvisar una manifestación política como ponerse a escribir un libro o a pintar un cuadro."

Esta es una época frenéticamente asediada más que ninguna otra en la historia, por la imagen mass-mediática. En ese contexto los procedimientos de clonación, duplicación o copia, que facilitan las tecnologías informáticas, permiten a cualquier operador tecnológico elaborar "productos artísticos", que son característicos de lo que hoy por hoy se denomina, en el marco de la pos-modernidad, una nueva "cultura digital" o "ciber-cultura". Lo que interesa realmente no es sólo la imagen; la inventiva, el surgir de la imagen, el proceso de la misma tiene hoy mayor relevancia, aquel acabamiento idealizado por la estética clásica, desaparece. El arte aparece hoy dotado de otros valores, de ritmos variables, intermitentes, inestables, a lo que estamos acostumbrándonos a concebir como arte, forma, figura, resulta abierto disponible, en exhibición sorprendente, no desprovista de riesgos, con límites tan insospechados e impredecibles.

La estética actual puede ser el caos, mientras que "El artista es sólo un lápiz en la mano de su época."

LUCA77

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